Astillero de Karlskrona: La mayor inversión de Suecia durante su época como gran potencia
El astillero de Karlskrona es el corazón de la producción de barcos y submarinos de Saab Kockums, manteniendo una tradición de más de 300 años en el desarrollo de tecnología avanzada para la seguridad marítima. Fundada a finales del siglo XVII como sede de la flota sueca, Karlskrona fue la mayor y más ambiciosa inversión de su época. En 1998, Karlskrona fue reconocida como Patrimonio Mundial por la UNESCO, compartiendo este honor con monumentos icónicos como Versalles, Venecia y la Gran Muralla China.
En la mitad del siglo XVII, el Imperio Sueco amplió su influencia en la región del mar Báltico. Tras la Paz de Roskilde en 1658, los territorios de Skåne, Blekinge y Halland pasaron a formar parte del reino sueco. Para consolidar su dominio, el país construyó una serie de fortificaciones estratégicas en estas nuevas regiones. En 1679, el rey Carlos XI de Suecia decidió establecer una base naval en el archipiélago de Blekinge. Un año después, se declaró la creación oficial de la ciudad de Karlskrona.
La fundación de Karlskrona marcó el inicio de la mayor demostración de poder de Suecia en su época como gran potencia. Fue un esfuerzo monumental que implicó el traslado masivo de barcos, suministros, talleres, instalaciones y miles de personas desde distintas regiones del país hacia los remotos islotes rocosos.
Entre 1681 y 1682, más de mil marinos fueron reubicados desde Finlandia a Kalmar y Karlskrona. Durante la década de 1680, este proceso continuó con la llegada de más tripulaciones y sus familias. Se estima que, solo desde Finlandia, 3.000 personas fueron trasladadas a Blekinge.
La creación de la base naval de Karlskrona y su astillero fue un proyecto ambicioso que comenzó desde cero. Inicialmente, la construcción se centró en Hästö y Vämo, y más tarde se expandió a Trossö y Lindholmen. Muchos de los trabajadores provenían de Finlandia, incluyendo a carpinteros de Ostrobotnia. Así mismo, ensambladores y artesanos de Estocolmo y del astillero de Skeppsholmen se unieron al proyecto.
El primer barco
Poco después de su fundación, la construcción naval a gran escala inició en Trossö. Entre 1686 y 1690, se lanzaron los primeros barcos: el Karlskrona y el Lejonet, junto con el yate Victoria. Además, el astillero jugó un papel fundamental en la reparación de la flota sueca, que había sufrido daños graves tras la guerra con Dinamarca.
Durante la década de 1690, el astillero vivió un período de intenso crecimiento con la construcción de dos camas de varado, forjas, talleres de pintura, carpintería y escultura, almacenes para velas y artillería, e incluso una pasarela de cuerda de 300 metros y un puesto de control.
El Konung Karl, lanzado el 6 de octubre de 1694, fue el buque más imponente construido durante la era Carolingia sueca (1654-1718). Su lanzamiento representó un momento histórico para el astillero de Karlskrona. En honor al nuevo navío, se realizó una salva de artillería: doce cañones de 24 libras fueron disparados desde los barcos Sverige y Göta.
El escultor Henrik Schütz fue encargado de decorar la embarcación con una imponente figura de proa que representaba al rey Carlos XI a caballo. Con una tripulación de 700 marineros y 150 soldados, y armado con 108 cañones, fue el barco más poderoso jamás construido para la flota sueca. Sin embargo, solo participó en tres expediciones navales y no tuvo el protagonismo estratégico que se había planeado. Tras 77 años, en 1771, el Konung Karl fue finalmente desmantelado.
Un periodo de crisis tras la Gran Guerra del Norte
Tras la muerte de Carlos XII y el fin de la Gran Guerra del Norte, el astillero de Karlskrona enfrentó una de sus épocas más difíciles. Incluso, hubo debates sobre la posibilidad de trasladar la base y el astillero a Estocolmo. Sin embargo, las limitaciones financieras y logísticas llevaron a descartar esa opción.
En la primavera de 1724, el almirante Claes Sparre presentó un informe desalentador al rey Federico I. De toda la flota sueca, solo el Drottning Ulrica Eleonora estaba en condiciones de navegar, mientras que el resto requeriría al menos diez años de reparaciones. Ante esta situación, el Riksdag (parlamento sueco) tomó una decisión drástica: suspender la construcción de nuevos barcos en Karlskrona hasta nuevo aviso y limitar las operaciones del astillero a reparaciones y mantenimiento. No fue hasta 1728 que se retomó la construcción de nuevos barcos.
Durante varias décadas, la actividad en el astillero de Karlskrona fue inestable. Aunque se construyeron numerosos barcos, en distintos momentos la producción quedó en segundo plano. El verdadero cambio llegó a principios de la década de 1770, cuando Gustavo III asumió el trono e impulsó una reforma estructural. Se estableció una gestión clara con un director del astillero y una misión definida: convertir a Karlskrona en el principal proveedor de grandes buques de guerra para la flota sueca. Para entonces, la flota de navíos sueca estaba obsoleta. En 1772, la flota sueca contaba con 22 navíos, pero seis de ellos aún pertenecían a la era Carolingia, con el Göta de 1686 como el más antiguo. Estos barcos tenían fondos planos, lo que les impedía operar en aguas profundas y limitaba su capacidad para navegar contra el viento. El verdadero cambio llegó en la década de 1740, cuando Suecia adoptó los principios de diseño naval franceses. Los nuevos barcos tenían un calado más profundo y una mejor capacidad para maniobrar a barlovento.
La era dorada de Karlskrona bajo Chapman
A principios de la década de 1780, el astillero de Karlskrona se preparaba para una transformación histórica. Bajo el liderazgo de Gustavo III de Suecia, se implementó una serie de reformas entre 1780 y 1781 que revolucionaron la organización y composición de la naviera. Con la llegada de Fredrik Henrik af Chapman como director del astillero, se puso en marcha un ambicioso programa de construcción naval.
Chapman tenía un origen poco común para su época. Hijo de inmigrantes ingleses, nació en Gotemburgo en 1721 y combinó una sólida formación teórica con experiencia práctica tanto en Suecia como en el extranjero. Poseía dominio del diseño y la construcción naval, que combinaba con un enfoque científico. Chapman documentó sus conocimientos en libros que fueron traducidos a varios idiomas, consolidándolo como una autoridad internacional en ingeniería naval. Su visión y experiencia no tenían comparación.
Bajo el liderazgo de Fredrik Henrik af Chapman, Karlskrona se convirtió en un centro de innovación y producción naval. Entre 1782 y 1785, se inalizó la construcción de diez navíos, diez fragatas y varias embarcaciones más pequeñas, todas diseñadas a partir de los planos de Chapman y supervisadas directamente por él. Debido a esto, se atribuye a Chapman haber sido el primer ingeniero en el mundo en desarrollar la producción en serie de barcos.
Chapman no solo transformó la construcción naval, sino que también fue un pionero en la aplicación de principios matemáticos para optimizar el diseño de los barcos. Analizó con precisión aspectos como el aparejo, el desplazamiento, la capacidad de carga, el centro de gravedad, la estabilidad y la resistencia al agua. Para probar sus innovaciones, mandó construir una piscina de 100 metros en su residencia Skärva, cerca de Karlskrona, donde realizaba ensayos con modelos a escala de cascos de barcos. Este método de pruebas sentó las bases de las técnicas modernas que hoy se utilizan en la industria naval y aeronáutica, como los estudios hidrodinámicos de embarcaciones y las pruebas aerodinámicas en túneles de viento.
Aunque Chapman se retiró del astillero en 1793, su pasión por el diseño naval nunca se detuvo. Continuó creando planos y perfeccionando sus ideas hasta pocos días antes de su muerte en 1808. Su última gran obra, “Ensayo teórico para determinar el tamaño y la forma adecuados de los navíos, fragatas y embarcaciones armadas más pequeñas”, se publicó en 1806. Sin embargo, su legado más reconocido es la colección de ilustraciones “Architectura Navalis Mercatoria” (1768).
El vapor y los cascos de hierro: el inicio de una nueva competencia
A mediados de la década de 1880, el astillero de Karlskrona, especializado en barcos de vela, comenzó a enfrentar una competencia creciente. Con la llegada de los cascos de hierro y la expansión del uso del vapor, los astilleros industriales, con procesos más mecanizados, comenzaron a dominar el sector.
Mientras que en Dinamarca y Noruega los astilleros navales tradicionales adoptaron rápidamente la construcción de cascos de hierro, en Karlskrona la transición fue más lenta. En su lugar, la innovación llegó de la mano de la industria privada. Desde 1840, el taller mecánico Motala Verkstad comenzó a desarrollar las nuevas técnicas necesarias para modernizar la flota sueca. Poco a poco, otros astilleros privados dejaron atrás la madera y adoptaron el hierro y el acero en la construcción naval. Un ejemplo fue el astillero Kockums en Malmö, fundado en 1870.
El astillero de Karlskrona parecía haber quedado rezagado y, en gran medida, fuera de las prioridades políticas. Sin embargo, en 1871, el director del taller, G.W. Svensson, impulsó un ambicioso plan de modernización que finalmente tomó forma. Para cuando las reformas se completaron a finales de la década de 1870, el debate sobre la renovación del astillero ya llevaba más de diez años. El principal obstáculo fue su dependencia total de decisiones políticas.
Karlskrona renace
Durante la década de 1890, Karlskrona vivió una nueva etapa de crecimiento con la producción en serie de lanchas torpederas. Se construyeron nuevos talleres mecánicos y un extenso muelle de equipamiento de piedra. Adicionalmente, entre 1899 y 1903, se completó la construcción del dique Oscar II.
Con el tiempo, el astillero de Karlskrona dejó de ser el proveedor dominante de buques de guerra para la flota sueca. La creciente competencia exigió una mayor especialización. Para seguir siendo relevante, el astillero tuvo que modernizar su tecnología y adaptar su experiencia a las nuevas demandas del mercado.
La primera mitad del siglo XX trajo cambios radicales a nivel global, y el astillero de Karlskrona tuvo que adaptarse a un entorno en constante transformación. Reconstrucción, una guerra mundial, el desarme, nuevas reformas y otra guerra mundial marcaron el desarrollo y operación del astillero. A pesar de estos cambios, su principal misión siguió siendo la reparación y mantenimiento de la flota sueca, mientras que la construcción de nuevos barcos quedó en segundo plano. Sin embargo, su aporte a la industria naval fue significativo: entre 1910 y 1945, 14 de los 30 submarinos construidos para Suecia nacieron en Karlskrona.
El astillero de Karlskrona se convierte en una empresa de responsabilidad limitada
Hasta principios de la década de 1960, el astillero de Karlskrona pertenecía a la Marina Sueca y era conocido como Marinverkstäder (Talleres Navales). Sin embargo, en 1961, la empresa se reorganizó y las operaciones del astillero se separaron para formar una compañía estatal bajo el nombre de Karlskronavarvet AB. A principios de la década de 1970, la compañía pasó a formar parte de Statsföretag AB, pero su enfoque principal siguió siendo el mantenimiento y la construcción de barcos militares.
En 1989, Karlskronavarvet AB se fusionó con Kockums AB en Malmö, bajo el nombre de Kockums. En 1996, la construcción naval se centralizó en Karlskrona, garantizando la continuidad de más de 300 años de tradición en una ciudad diseñada para la navegación y la seguridad marítima. Hoy, el astillero de Karlskrona sigue siendo un referente, diseñando y construyendo buques de superficie y submarinos con tecnología furtiva para la Marina Sueca.